37 consejos muy sabios para cocinar el pollo a la perfección
Pasos para un pollo perfecto

Si te encanta el pollo, no eres el único. Es uno de los ingredientes más versátiles y populares. Aunque puede que tengas técnicas probadas para cocinarlo, asegúrate de que aprovechas al máximo la carne echando un vistazo a nuestros mejores consejos, desde asarlo y cocinarlo a la parrilla hasta hacer alitas picantes.
Adaptado al español por María J. Arabia, Editora de sindicación en Español para loveFOOD.
Compra pollo de buena calidad

No importa cómo cocines la carne, el pollo de baja calidad no sabe bien y además afecta el bienestar de los animales. Comprueba de dónde procede la carne y cómo se ha criado: en libertad es lo mejor. Si compras pechugas de pollo envasadas o congeladas, comprueba los ingredientes para asegurarte de que no les han echado agua para que parezcan más económicas por peso.
Deja la piel

Los huesos y la piel ayudan a mantener la carne húmeda mientras se cocina. La pechuga de pollo, en particular, se cocina mucho mejor con piel porque, al tener tan poca grasa, necesita toda la ayuda posible para retener la humedad. Si no te gusta el sabor de la piel (o quieres reducir el número de calorías), quítasela una vez cocinada. Hará la diferencia.
Prueba los muslos

Puede que tengan algo más de grasa, pero los muslos de pollo están llenos de sabor. La carne oscura es más fácil de mantener húmeda durante la cocción y mucho más resistente si dejas un plato en el horno demasiado tiempo. Y lo que es mejor, como los muslos son menos populares que las pechugas de pollo, es probable que ofrezcan una mejor relación calidad-precio.
Usa mucha sal

El pollo se beneficia de un condimento abundante para realzar su sabor. No sales el pollo solo una vez cocinado, sino antes, ya que esto ayudará a que la piel esté crujiente y garantizará que tenga sabor por todas partes. Esto es especialmente importante si vas a asar un pollo entero, en cuyo caso debes asegurarte de sazonar también la cavidad.
Experimenta con grandes sabores

Desde las pechugas hasta los muslos, casi todos los cortes de pollo combinan bien con sabores fuertes. No puedes equivocarte con el limón y hierbas como el tomillo, el romero y la salvia. Las salsas pegajosas de miel y mostaza añaden un toque suave. Además, hay infinitas formas de aumentar el picante, tanto si prefieres el sabor ahumado de la harissa como el potente condimento jerk.
Sécalo antes de cocinar

Antes de sazonar el pollo, elimina el exceso de humedad de la superficie dándole golpecitos con una toalla de papel. Esto ayudará a que se dore por fuera, dándole mejor sabor y una piel más crujiente.
Marinar para obtener el máximo sabor

Los adobos ayudan a ablandar la carne y a darle sabor. Incluso veinte minutos marcan la diferencia y un par de horas son más que suficientes, ya que los ingredientes ácidos como el limón, el suero de leche, el yogur y el vinagre empiezan a afectar a la textura de la carne.
Precalienta siempre la sartén

Otro truco para conseguir una piel crujiente al freír pollo es asegurarse de que la sartén y el aceite están calientes antes de añadir la carne. La piel no quedará crujiente si se calienta lentamente mientras se calienta la sartén. Lo mejor para freír es un aceite vegetal ligero; siempre puedes añadir más sabor con un chorrito de aceite de oliva antes de servir.
No abarrotes la sartén

Atiborrar el pollo en una sartén no hace que se cocine más rápido al freírlo. De hecho, atrapa el calor bajo la carne, creando vapor e impidiendo que el pollo se dore. Si cocinas grandes cantidades, es mejor freír el pollo por tandas para que todos los trozos se cocinen por igual.
Cocina las pechugas con una sartén grill pesada

Si cocinas pechugas de pollo enteras y quieres obtener resultados de calidad de restaurante, abandona tu sartén favorita a cambio de una sartén grill pesada. Las crestas añadirán color, transformando tu plato terminado de soso a hermoso.
Déjalo cocer

Al freír o asar a la parrilla, dar la vuelta al pollo con demasiada frecuencia impide que se dore y se forme una piel crujiente, que a su vez sella el sabor y la humedad. Deja que el pollo se cocine lo suficiente antes de darle la vuelta. Una señal de que no está listo es que la espátula no se desliza fácilmente bajo la carne.
Escalfar el pollo en caldo

Escalfar el pollo puede ser una opción saludable, pero puede dar lugar a una carne sosa y seca. Si decides escalfarlo, asegúrate de que le añades todo el sabor posible. La mejor forma de hacerlo es utilizando un buen líquido para escalfar: el caldo de pollo con cebolla, pimienta en grano y laurel es una opción sencilla.
Prueba una bandeja de pollo al horno para una cena sin mucho esfuerzo

¿Buscas una receta de pollo sin complicaciones que puedas preparar con antelación y no tengas que vigilar mientras se cocina? La respuesta es una bandeja al horno. Carga las pechugas de pollo con los sabores italianos del queso blando taleggio, el pesto y la albahaca, y rodéalas con tomates cherry y daditos de patata para una cena sofisticada pero sencilla.
Hornea el pollo en papel de aluminio

Otra forma de mantener las pechugas de pollo súper húmedas es envolver individualmente los trozos en paquetes de papel de aluminio, idealmente con una salsa ligera. Un poco de caldo de pollo, aceite de oliva y zumo de limón o vino blanco hace maravillas, o puedes prescindir de la salsa, ya que el papel de aluminio por sí solo ayuda a mantener la humedad.
Envuélvelo en jamón de Parma

Otra forma estupenda de sellar el sabor y la humedad es rellenar las pechugas de pollo con un queso suave y luego envolverlas en beicon o jamón de Parma. Perfecto para una cena elegante, tiene un aspecto impresionante pero no puede ser más fácil.
No te dejes intimidar por un pollo entero

Un pollo asado entero es estupendo para alimentar a una familia o si quieres sobras para la semana. Consigue que la piel quede crujiente frotándola con aceite de oliva o mantequilla ablandada antes de meterla en el horno y sé generoso con los condimentos. Añade especias como jengibre molido y pimentón ahumado, además de un chorrito de limón, para darle un toque especial; esta receta combina muy bien con una mayonesa de jengibre.
Deja reposar el pollo asado antes de cortarlo

Cortar la carne justo después de sacar el pollo del horno hará que suelte los jugos y lo resecará. Un pollo entero debe dejarse reposar, envuelto en papel de aluminio, unos 15 minutos antes de cortarlo.
Reserva tiempo para hacer pollo frito

No hay nada mejor que el pollo frito casero, pero el proceso lleva su tiempo. Si quieres conseguir alitas y muslos perfectamente crujientes pero tiernos al estilo sureño, reserva un día para marinar la carne y hacerlos adecuadamente. Una rápida capa de harina y unos minutos de fritura no bastan.
Utiliza un mazo para carne para hacer trozos uniformes

Si cocinas pechugas de pollo que no tienen el mismo tamaño, no se cocinarán uniformemente. Para evitarlo, golpéalas con un mazo para carne o un rodillo. Así no solo quedarán planas, sino que se cocinarán más rápido. Esta técnica es estupenda para platos poco hechos, como el schnitzel de pollo. Si cubres el pollo con film transparente antes de cortarlo, evitarás que los gérmenes se propaguen por la cocina.
Utiliza suero de leche para ablandar el pollo

Antes de cocinar el pollo, marina la carne en suero de leche para que quede ultra jugosa. Dos horas son suficientes para que quede bien. Luego rebózalo en una mezcla de harina, pimienta de cayena, ajo en polvo, sal y pimienta, y hornéalo para obtener una versión saludable de la hamburguesa de pollo.
Elige el revestimiento adecuado

El jurado no sabe cuál es el rebozado perfecto para el pollo frito. Algunos cocineros apuestan por el pan rallado, otros por la maicena y otros por la harina sazonada con hierbas y especias. También es controvertido si se moja o no el pollo en huevo antes de rebozarlo. En última instancia, es una cuestión de gusto personal.
Calienta el aceite lo suficiente

La clave para freír pollo perfectamente es la temperatura del aceite. Quieres que el aceite esté muy caliente, a unos 180°C (360°F), cuando eches el pollo por primera vez. Para obtener mejores resultados, el aceite debe permanecer entre 150°C y 160°C (300°F y 325°F). Este rango de temperatura cocinará el pollo por completo sin quemar la corteza. (Al freír en casa, asegúrate de que la sartén solo tiene un tercio de aceite).
No utilices toallitas de papel

Evita utilizar toallas de papel para escurrir el pollo frito porque crean vapor que puede dejar el pollo empapado. La mejor forma de escurrir el pollo frito es colocarlo en una rejilla metálica sobre una bandeja de horno.
Evita el microondas

Hay una forma fácil de arruinar las sobras de pollo frito: recalentarlo en el microondas. Aunque calentar el pollo en el microondas hará que sea seguro comerlo, también hará que la cobertura quede empapada. Recaliéntalo en el horno a fuego fuerte durante unos 20 minutos para mantenerlo crujiente.
Prueba los nuggets caseros

¿Crees que no puedes preparar tu pedido favorito de comida rápida en casa? Piénsalo otra vez. Los nuggets caseros pueden ser igual de crujientes y deliciosos. Corta el pollo en trozos del tamaño de un bocado, pásalos por harina sazonada, huevo y pan rallado, y fríelos en aceite vegetal durante unos ocho minutos.
Haz nuggets más sanos

Si quieres una opción más sana, prueba a hacer nuggets de pollo con especias indias sin rebozar. Utiliza la carne de unos sabrosos muslos de pollo mezclados en un procesador de alimentos junto con tus especies favoritas y huevo y forma las albóndigas. Fríelos en una sartén con solo un chorro de aceite de cocina.
Limpia tu parrilla

Ninguna barbacoa está completa sin un pollo jugoso y ahumado, y las recetas que puedes probar son infinitas. Pero antes de empezar, es importante tener la parrilla en buen estado. Puede parecer limpia, pero te sorprenderá la cantidad de residuos que puede acumular. Dale un repaso para que no comprometas el sabor del pollo y la carne no se pegue a la repisa.
Prueba el pollo en lata de cerveza

Olvídate por un momento de los muslos y las alitas, tienes que probar este estupendo método para asar un pollo entero. Después de sazonarlo, coloca una lata de cerveza medio vacía en la cavidad y ponlo en la parrilla. Esto mantendrá la carne suculenta mientras se cocina. En una barbacoa precalentada, con la tapa cerrada y a unos 347°F (175ºC), tardará aproximadamente una hora y media.
Corta el pollo para una cocción más rápida

Tanto si lo cocinas a la parrilla como al horno, un pollo aplanado acelerará el tiempo de cocción. Esto significa que al ave se le ha quitado la espina dorsal y está plana; puedes pedirle a tu carnicero que lo haga. Si tu parrilla no tiene tapa, esto será especialmente útil para que la carne se cocine bien.
Evita el pollo chamuscado

Cocinar el pollo (sobre todo los trozos más pequeños, como las alitas) a fuego directo puede hacer que la carne se queme, a veces carbonizando el exterior del pollo mientras el interior queda completamente crudo. Hay dos formas de evitarlo: mantén el fuego constante y, si utilizas una salsa barbacoa azucarada o una salsa teriyaki pegajosa, rocía la carne solo hacia el final del tiempo de cocción.
Prepara una salsa de queso azul para las alitas búfalo

No hay nada mejor que unas alitas de búfalo picantes, pero es demasiado fácil ser un poco generoso con el chile al untarlas. Una clásica salsa de queso azul es una forma estupenda de refrescar las cosas.
No ignores los hígados de pollo

Los hígados de pollo son una de las pocas carnes baratas que quedan y pueden ser deliciosos si se preparan correctamente. Eso sí, no los cuezas en exceso o adquirirán un sabor amargo y granuloso. Si no sabes por dónde empezar, prueba a haver un paté de hígados de pollo y champiñones sobre pan tostado.
Consulta las alternativas veganas

¿Quién dice que un gran plato de pollo tiene que contener pollo? Los sustitutos del pollo, como el seitán (elaborado con gluten de trigo), el Quorn y el tofu, son estupendas alternativas. En platos como pollo frito y gofres, una hamburguesa de pollo o nuggets apenas se nota la diferencia.
Almacena el pollo de forma segura

Independientemente de cómo cocines el pollo, recuerda almacenarlo y cocinarlo de forma segura. Cuando compres pollo fresco, comprueba que se ha mantenido refrigerado y que está bien sellado. En casa, guarda la carne cruda separada de otros productos refrigerados para evitar cualquier riesgo de contaminación cruzada de los alimentos listos para el consumo.
No lo cocines congelado

El pollo no debe cocinarse congelado. Lo mejor es descongelarlo en el frigorífico toda la noche o cocinarlo en el microondas a temperatura baja para descongelarlo inmediatamente antes de cocinarlo.
No enjuagues el pollo

La creencia de que enjuagar el pollo antes de cocinarlo mata los gérmenes no es cierta. De hecho, los propaga. Cuando lavas el pollo, corres el riesgo de salpicar agua contaminada sobre las superficies de trabajo y los utensilios de cocina limpios.
Asegúrate de que está totalmente cocido

Nunca es seguro servir el pollo poco hecho. Asegúrate siempre de que los jugos salgan claros y la carne de la pechuga tenga un color blanco uniforme, o utiliza un termómetro para comprobar que la temperatura interna ha alcanzado los 165 °F (74ºC).
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