Errores que seguramente cometes al cocinar estas verduras
Haz que tus verduras sepan mejor

Si tu forma de cocinar verduras consiste en hervirlas o asarlas con un poco de sal, tenlo claro: no estás sacando el partido que puedes sacarle a tus verduras. Una verdura mal cocinada (o poco hecha o demasiado) no aportará mucho a tu plato final. Cada verdura responde de forma diferente a cómo las cocinas, así que, lo sabemos: acertar puede ser complicado.
Para ayudarte a conseguir las patatas asadas más suaves y crujientes, el brócoli más tierno y las setas más sabrosas (entre otras muchas verduras), hemos elaborado la lista definitiva: descubre cómo debes (y no debes) cocinar tus verduras.
Si no te gustan las verduras es porque no has probado estas formas de cocinarlas…
Adaptado al español por Sara Piquer Martí , Editora en Español para loveFOOD.
Espárragos: el camino equivocado

El espárrago es un producto exquisito, por ello, siempre hay que tratarlo con mucho respeto. Lo primero que debes hacer es elegir los espárragos de forma adecuada: si son demasiado finos, acabarás cociéndolos de más, pero si son demasiado gruesos, puede que no queden tan tiernos como seguramente deseas. Pelar los espárragos es otro error común: no sirve para nada más que para acabar con unos tallos tristes y finos en tus manos en vez de con unos sabrosos espárragos.
Espárragos: la forma correcta

Para obtener los espárragos más sabrosos, corta los extremos de los turiones, recórtalos con un cuchillo para limpiar los bordes y cuécelos al vapor durante un máximo de cinco minutos, dependiendo del tamaño de los turiones (pruébalos con una brocheta para asegurarte de que están tiernos). Como entrante o comida ligera para chuparse los dedos, sírvelos con salsa holandesa, o con mantequilla derretida, limón y una pizca de parmesano. ¿Enciendes la barbacoa? Rocía los espárragos con aceite y condimentos, y ásalos unos minutos.
Brócoli: el camino equivocado

El brócoli puede pasar de ser una verdura vibrante con un toque crujiente a una papilla gris verdosa en cuestión de minutos, perdiendo valiosos nutrientes por el camino. Picar los ramilletes demasiado pequeños es uno de los principales errores, ya que se sueltan las yemas diminutas (los trocitos verdes) y el resultado es un revoltijo blando, en el que gran parte del brócoli se queda en el agua de cocción. Otro error suele ser hervir el brócoli a punto de ebullición.
Brócoli: la forma correcta

En lugar de eso, pícalos en trozos de tamaño uniforme y cuécelos al vapor durante unos minutos. Si preparas el brócoli con antelación, pásalo por agua fría en un colador para detener el proceso de cocción a mitad de camino. El brócoli cocido combina perfectamente con un chorrito de limón, un poco de mantequilla o un montón de queso rallado. El brócoli también queda muy bien salteado y asado; basta con rociarlo con aceite y condimentos, y meterlo en el horno caliente durante 25 minutos.
Coles de Bruselas: el camino equivocado

Aunque en España no son muy populares, puede que las hayas visto alguna vez en la sección de verduras del supermercado. Hablamos de las coles de Bruselas una verdura que, si cueces demasiado, no quedarán tan sabrosas como deberían. Esta verdura es más versátil de lo que puede parecer, son ideales para cocinarlas al vapor o asadas (de estos dos modos conservarán su sabor y textura).
Coles de Bruselas: la forma correcta

Busca brotes pequeños y de un color verde intenso (si encuentras coles que vayan unidas por su tallo se conservarán mucho mejor) y retira cualquier hoja exterior de aspecto cansado. Deja que los brotes se cuezan entre cinco y ocho minutos, dependiendo de su tamaño. Los brotes poco hechos son tan poco apetecibles como los demasiado hechos, así que utiliza una brocheta para comprobar que están hechos, y sírvelos con abundante mantequilla y pimienta negra. Para una guarnición aún más sabrosa, pon los brotes al vapor en una sartén caliente con aceite y mantequilla, dándoles vueltas para que se doren por los bordes. Para darle el toque final, añade un poco de tocino ahumado crujiente.
Col: el camino equivocado

A menudo demasiado cocida, empapada y poco condimentada, la reputación de la col se ha resentido a lo largo de los años, pero puede ser increíblemente sabrosa. Elegir la col equivocada en primer lugar suele ser el primer error: tiene que estar tan fresca que las hojas chirríen al quitarle el corazón. Si la cortas demasiado bruscamente y en tiras grandes, también es menos probable que se cocine uniformemente, mientras que otro error común es simplemente no escurrir lo suficiente la col hervida. Una vez vaciada en un colador, lo mejor es empujar la col cocida hacia abajo con un platillo o un plato pequeño, presionando para eliminar toda el agua posible.
Col: la forma correcta

Lo mejor es cortar la col en tiras finas, ponerla en una cacerola con sal marina, verter agua hirviendo y dejarla a fuego fuerte unos minutos. Aunque nos encanta un plato de col mantecosa con mucha pimienta negra, esta hoja verde es más versátil de lo que crees. Puedes añadirla a un salteado, o sumarte a la última tendencia asándola o a la parrilla. Para asarla, córtala en gajos, úntala con aceite y condimentos y métela en el horno unos 25 minutos a fuego fuerte. Para asarlo a la parrilla, prepáralo de la misma manera, y dale la vuelta a cada trozo unas cuantas veces hasta que se oscurezca y esté tierno.
Cebollas caramelizadas: la forma incorrecta

Es bastante difícil cocer demasiado una cebolla, pero las cebollas poco hechas nunca son buenas. El proceso de cocción resalta el dulzor natural de la cebolla cuando empieza a caramelizarse, así que no intentes escatimar en este aspecto. Para obtener un resultado perfectamente tierno y fundente, pica o corta las cebollas lo más uniformemente posible y cuécelas en una sartén durante al menos 20 minutos.
Cebollas caramelizadas: la forma correcta

Unas cebollas caramelizadas realmente buenas pueden tardar hasta 45 minutos, dependiendo de la cantidad, pero merecen mucho la pena. Si añades una pizca de sal, las cebollas se cocinarán más rápidamente y evitarás que se quemen. Para darle aún más sabor, añade una ramita de tomillo fresco o una hoja de laurel. Si quieres más dulzor, añade una pizca de azúcar.
Zanahorias: el camino equivocado

¿Las zanahorias están un poco torcidas? Eso significa que no están frescas; una buena zanahoria debe estar firme y sin manchas. Aunque se suele hacer, no es necesario pelar las zanahorias de verano: basta con lavarlas rápidamente, recortarlas (dejando intacta la parte superior de los tallos) y cocerlas al vapor de 5 a 7 minutos hasta que estén tiernas. Las zanahorias de invierno son más gordas y menos dulces, con un sabor ligeramente leñoso, y es fácil equivocarse en la cocción, lo que resulta en tristes rodajas empapadas o trozos tan duros que los dientes corren peligro.
Zanahorias: la forma correcta

Ésta es nuestra receta infalible para conseguir unas zanahorias perfectas: pélalas, cuécelas en agua hirviendo con sal (suficiente para cubrirlas) durante unos 20 minutos, y luego mézclalas con mantequilla y pimienta negra al servir. Las zanahorias tiernas asadas también son un plato estupendo. Basta con untarlas en aceite, salpimentarlas un poco, rociarlas con miel y asarlas en el horno caliente durante unos 20 minutos. También puedes hacer lo mismo con las zanahorias de invierno; simplemente córtalas en trozos y cuécelas al vapor durante cinco minutos antes de asarlas. Si añades un poco de especias, como comino, el sabor se potenciará muchísimo.
Coliflor: el camino equivocado

Cuando se hierve, la coliflor absorbe una gran cantidad de agua y se empapa. Además, a menudo se cuece demasiado, lo que da lugar a una masa blanda poco apetitosa. Para una coliflor perfecta, lo mejor es cocinarla al vapor: córtala en ramilletes del mismo tamaño y ponlos en la cesta de la vaporera con el tallo hacia abajo, para evitar que se cuezan demasiado. Cuécela al vapor durante unos seis minutos, hasta que los tallos estén tiernos.
Coliflor: la forma correcta

Con el reciente auge de la alimentación a base de plantas, la coliflor ha resurgido, y hoy en día se puede cocinar de muchas formas distintas (aunque nos sigue encantando un buen tazón de queso de coliflor a la antigua). Asada, ya no es solo una guarnición, sino un plato por derecho propio: mézclala con aceite y condimentos -puedes añadir algunas de tus especias favoritas- y luego cuécela en el horno caliente durante unos 10 minutos, dependiendo de su tamaño.
Calabacines: el camino equivocado

Los calabacines son verduras delicadas, sin mucho sabor propio. Tienen un alto contenido en agua, así que cuidado con cocerlos al vapor o hervirlos, porque quedarán sosos y sin sabor. A la hora de elegir los calabacines, cuanto más pequeños, mejor; los calabacines son calabacitas, así que cuanto más grandes, más acuosos estarán. El calabacín ideal debe ser firme, sin manchas.
Calabacines: la forma correcta

Haz que tus calabacines se luzcan como merecen asándolos, friéndolos, a la parrilla o a la plancha. Si son pequeños, pártelos por la mitad a lo largo (y, si son más grandes, córtalos en trozos), luego échalos en aceite de oliva con abundante condimento. Independientemente de cómo los cocines, asegúrate de que lo haces a fuego fuerte, o podrían empaparse. ¿Buscas una opción ligera para el almuerzo? Los calabacines también son una deliciosa ensalada cruda: sólo tienes que cortarlos en tiras con un pelador giratorio y mezclarlos con una vinagreta de hierbas.
Col rizada: el camino equivocado

Si no se cocina correctamente, la col rizada puede saber chiclosa y amarga. Sin embargo, si se hace bien, puede ser una guarnición brillantemente sabrosa. En primer lugar, procura comprar hojas más pequeñas y no las dejes en la nevera durante días: cuanto más tiempo pasen, más amarga será la col rizada. Retira los tallos leñosos antes de cortar las hojas en trozos del tamaño de un bocado. Para eliminar la arenilla, pon la berza en un cuenco grande con agua fría y agítala para que la arenilla se hunda hasta el fondo. En lugar de escurrirlas, levanta las hojas de la superficie y colócalas en un escurridor.
Col rizada: la forma correcta

La col rizada puede cocinarse al vapor, salteada o asada, pero antes masajea las hojas con un poco de aceite para romper las fibras. Para asarla, añade una pizca de sal marina y una especia de tu elección, ponla en una bandeja en el horno a fuego medio-bajo y cocina durante unos 15 minutos. ¿Prefieres cocer la col rizada al vapor? Necesitarás mucho aceite de oliva (o mantequilla) y condimentos para realzar su sabor.
Puré de patatas: la forma incorrecta

Sorprendentemente, los pasapurés no hacen un puré de patatas perfecto; la mayoría de las veces, si utilizas esta herramienta, acabarás con un resultado pegajoso y grumoso. Los procesadores de alimentos tampoco son tus amigos en este caso (puede que eliminen los grumos, pero tu puré será igual de pringoso). Entonces, ¿qué debes utilizar exactamente? Para obtener un puré de patatas esponjoso y delicioso, te recomendamos que utilices un escurridor de patatas o un molinillo de alimentos, un aparato que tritura y tamiza los alimentos blandos mediante un mecanismo de manivela.
Puré de patatas: la forma correcta

Cocer las patatas al vapor antes de hacerlas puré ayudará a mantenerlas secas, lo que dará como resultado un puré perfecto. También puedes hervirlas en agua con sal, hasta que el agua cubra las patatas, y dejarlas al vapor unos minutos en un escurridor. A continuación, añade un buen chorro de leche caliente, un poco de mantequilla derretida y sal marina. Tampoco estará de más un poco de queso rallado y hierbas frescas. No te preocupes si haces demasiada cantidad; el puré de patatas sobrante es ideal para hacer pasteles de pescado y buñuelos de verduras, o para añadirlo a un desayuno.
Setas: el camino equivocado

Las setas no deben lavarse nunca; ya contienen mucha humedad, y lavarlas hará que absorban aún más. Probablemente por eso a algunas personas les parecen demasiado viscosas. Para prepararlas antes de cocinarlas, basta con quitarles la suciedad con un paño de cocina, y no las peles, porque la piel contiene sabor. Recorta los tallos si es necesario, pero no los deseches.
Setas: el camino correcto

Las setas añaden un sabroso sabor umami a muchos platos, desde sopas y guisos hasta simples rebanadas de pan tostado. Para cocinar las setas perfectas, necesitarás fuego fuerte, que ayudará a eliminar el exceso de humedad. Pon mantequilla y aceite en una sartén grande, caliéntalos unos minutos y echa las setas junto con un poco de sal marina. Sube el fuego y cocina durante unos 10 minutos, removiendo constantemente, hasta que las setas hayan tomado color y se haya evaporado el líquido.
Okra: el camino equivocado

La okra solo se vuelve viscosa si se corta y luego se cuece en agua, así que, si piensas añadirla a un plato, fríela primero. De ese modo, el líquido pegajoso que desprenden las semillas ayudará a espesar la salsa (perfecto para un gumbo cajún o un curry típico de la India). La okra cruda debe ser de color verde brillante, perfectamente firme y sin manchas. Asegúrate de recortar los extremos antes de cortarla.
Okra: la forma correcta

¿La mejor manera de convertir a los que odian la okra en entusiastas de ella? Prueba a freírla, asarla a la parrilla o a la barbacoa. Sea cual sea el método que elijas, échala en aceite con abundante condimento y ajo en polvo antes de cocinarla (tardará unos cinco minutos). También está deliciosa rebozada en harina de maíz o tempura y frita hasta que esté crujiente.
Guisantes: el camino equivocado

Contrariamente a la creencia popular, los guisantes frescos nunca deben cocerse en agua; de este modo, perderán sabor y nutrientes. En cambio, los guisantes jóvenes deben cocerse al vapor durante no más de dos minutos. Los guisantes más grandes, de temporada tardía, pueden tener un sabor bastante diferente, así que asegúrate de cocerlos al vapor durante más tiempo (unos minutos bastarán). En cuanto a los guisantes congelados (un alimento básico imprescindible, en nuestra opinión), uno de los errores más comunes es echarlos directamente al agua hirviendo. Pueden quedar un poco secos y arrugados.
Guisantes: la forma correcta

La mejor forma de cocer guisantes congelados es descongelarlos en una sartén durante media hora, añadirles un poco de mantequilla (no hace falta agua) y cocerlos a fuego fuerte, removiendo hasta que se calienten. Para servirlos, prueba a machacarlos y untarlos en pan de masa madre tostado con queso feta desmenuzado. También puedes preparar una sopa rápida con guisantes, descongelados o directamente del congelador, y un poco de caldo de verduras, añadiendo tocino crujiente (si quieres) para servir. Los guisantes también quedan muy bien en un risotto entre semana; añádelos una vez cocido el arroz, con un buen trozo de mantequilla y una pizca de parmesano recién rallado.
Patatas asadas: el camino equivocado

¿El secreto de la patata asada perfecta? Necesitarás una patata harinosa, no cerosa. Puede que hayas oído que hay que hervir las patatas antes de asarlas, pero es un mito: el agua es enemiga de lo crujiente, así que es mejor cocerlas al vapor. Una vez cocidas al vapor, no las metas sin más en el horno; déjalas reposar, tapadas con un paño, unos minutos para que se evapore el exceso de agua.
Patatas asadas: la forma correcta

El objetivo final es un exterior crujiente con un centro suave y esponjoso. Cuando las patatas hayan reposado, sacúdelas en un escurridor para que los bordes queden ásperos, y después sazónalas bien con sal marina. A continuación, tendrás que asegurarte de que las patatas calientes van en grasa caliente, así que asegúrate de que el aceite de girasol o la grasa de pato están bien calientes en la bandeja del horno. Consejo: las patatas asadas se conservan bien unas horas en la bandeja, así que si te falta espacio en el horno, puedes recalentarlas antes de servirlas.
Espinacas: el camino equivocado

Estas verduras de hoja verde tienen un alto contenido en agua y se encogen hasta casi desaparecer cuando se cocinan, por lo que subestimar la cantidad que necesitarás es un error frecuente. Otro es hervirlas. De hecho, la única vez que las espinacas deben ver agua es cuando las lavas. Las espinacas frescas pueden ser un poco polvorientas, turbias y arenosas, así que asegúrate de cortar los tallos duros y quitar primero las hojas marrones. A continuación, llena el fregadero de agua fría, introduce las espinacas y dales unas cuantas vueltas; la arenilla debería irse al fondo. Vierte las espinacas lavadas en un colador y déjalas escurrir bien.
Espinacas: la forma correcta

En primer lugar, ¡asegúrate de cocinar la cantidad suficiente! Un par de puñados generosos por persona es una buena cantidad si lo sirves como guarnición. Derrite un poco de mantequilla en una sartén, añade las espinacas y un poco de sal marina, y tapa la sartén. Déjalo un par de minutos, sacudiendo la sartén unas cuantas veces. También puedes probarlas con pasta, queso azul y nueces tostadas; solo tienes que añadir las espinacas a la pasta cocida y escurrida, y el calor las marchitará por ti.
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